Por Priscila Mendoza

“Asumirme como mujer indígena, como Chatina, en un estado y país discriminatorio y racista, ha sido más disfrutable al encontrarme con mujeres y hombres como yo en la Red de Intérpretes y Promotores Interculturales A.C.; jóvenes, indígenas, hablantes de una lengua materna, quienes además de resignificar nuestras lenguas, exigimos se nos respete”.

Mi crianza y educación fueron desde el Chatino, en la variante de San Juan Quiahije; mi pueblo, gracias a mis abuelos; Gregoria y Andrés, mi madre Juana y la gente del pueblo.

Si remonto a mi infancia me veo platicando con mis amigas y amigos en Chatino, jugando a las canicas con semillas de colorín (s’yu ti’a), a la muñeca, las escondidas y más juegos tradicionales, de niña explicando y entendiendo las reglas del juego y el mundo desde el Chatino y así en las diferentes etapas y procesos de mi vida.

Hace ya un tiempo que con jóvenes y gente de mi comunidad reflexionamos sobre nuestra manera de vivir y la unión que prevalece, haciendo labor comunitaria donde visibilizamos la participación de las mujeres en espacios políticos-comunitarios, realizamos actividades con niñas y niños, adolescentes, las y los jóvenes, apostándole a la educación integral.  Y también cuestionamos y reflexionamos acerca de las diversas problemáticas que nos atraviesan, como el rechazo de la identidad indígena, la migración, la pérdida de nuestra lengua.

Se dice y además, se constata que los niños, las y los jóvenes ya no quieren hablar una lengua materna. De eso, se culpabiliza a los padres, abuelas y abuelos por no querer enseñarle a sus hijos/nietos la lengua indígena. A eso se atribuye causa de la desaparición de las lenguas indígenas. Sin embargo, yo:

Recuerdo las miradas despectivas, las burlas, la humillación, la ignorancia y demás formas de violencia que he atravesado cuando hablo el Chatino o me reconozco como mujer indígena en la ciudad o contextos urbanos. Hago memoria de los discursos repugnantes e indiferentes que se hacen hacia nuestros pueblos, los términos que se usan para nombrarnos; “indios pata rajada”, “ignorantes”, “pueblerinos”, “huarachudos”, las creencias de que para superarnos debemos enterrar nuestra identidad, reafirmándolo con “¿cuándo has visto que un indígena esté en el poder?”, “hablar una lengua indígena no te va a servir para nada, piden inglés_ -francés_ -italiano-” “mejor aprende bien el español porque medio le masticas” “vístete bien, de traje” “cómprate unos zapatos al menos”. Recuerdo también a varios compañeros de escuela que para evitar ser discriminados intentan -encajar- con el resto vistiendo “a la moda”,  pese a sentirse incómodos en esas prendas e incluso, hay quienes se me acercan con confianza para contarme de maestros que discriminan y son racistas y solamente callan al sentirse inferiores.

Harían falta líneas para describir las formas en que como personas indígenas; mujeres, jóvenes hemos sido discriminadas, violentados, agredidos y que en resumen, se traduce en la opresión de nuestros pueblos y nuestros derechos.

Luego, traslado mis recuerdos a las televisoras donde actores, actrices,  presentadores, reporteros, en su mayoría, son de piel blanca, altos, “vestidos formalmente”, complexión delgada, etc., mostrando, reportando y actuando en contextos ajenos al mío; edificios de varios pisos, construcciones modernas, carros del año, universidades privadas, que educación laica, París chiquito, leyes, derogaciones de ley, etc., pero ajenos a los pueblos indígenas. La población indígena en la ciudad, su cotidianidad, su forma de ser gobierno, las infancias indígenas, la participación de las mujeres indígenas en el sustento de la vida comunitaria, económica y su derecho al estudio, a la participación política o al menos las leyes interpretadas en todas las variantes de las lenguas indígenas de México…nunca son reflejadas y hasta hoy, cuando se retoma se hace desde una mirada folclorizante.

No es entonces culpa de los niños, adolescentes, jóvenes, padres o nosotros mismos el querer acabar con nuestra identidad, también lo es de un sistema que todos los días hace cosas para acabar con lo que somos. Que nuestras abuelas , abuelos o ancianos de la comunidad aún hablen, vistan y conserven su ser Chatino, Triqui, Mazateco, Zapoteco, Mixteco, Mixe  u otras cosmovisiones, es resultado de su resistencia frente a las múltiples opresiones, que a la fecha persisten.

En la Licenciatura en Derecho se nos da herramientas e instrumentos para defensa de nuestros derechos, se nos invita a talleres, cursos, conversatorios tratando el tema de “Derechos de la Mujer Indígena Migrante”, “Los Derechos de los Pueblos Indígenas” y como están integrados en el plan institucional. Asistimos, luego reflexiono y traslado lo escrito y dicho a mi pueblo, donde no conocemos de esos derechos porque hay un Estado que no genera las condiciones para garantizar nuestro derecho a la información y educación, pese a que México ha firmado todos los tratados internacionales que le exigen difundir y generar acciones para el reconocimiento de nuestros derechos como personas y comunidades indígenas.

Sabiendo que son 16 lenguas indígenas en Oaxaca con 177 variantes, las instancias correspondientes no consideran necesario interpretar en al menos la mitad de estas lenguas indígenas la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas o la Constitución misma. De no estudiar Derecho me sería ajena la Ley de Derechos Lingüísticos y no pensaría siquiera en cómo su desconocimiento y falta de garantía de los derechos ahí contenidos, retrasa el proceso de las personas indígenas privadas de la libertad ante la ausencia de intérpretes o siquiera consideración para asignarles intérprete de su variante, o peor aún, dan por hecho que entienden la formalidad de una audiencia.

Por lo dicho, reconozco y agradezco a quienes antecedieron luchas y movimientos en defensa de los derechos lingüísticos, a los pueblos por resistir, así mismo a quienes integran y hacen posible la Red de Intérpretes y Promotores Interculturales A.C. en Oaxaca, otros Estados, quienes están a nivel nacional o que trabajan el eje también, porque hacen con el corazón, la labor que le corresponde al Estado, porque en la medida de sus posibilidades garantizan derechos lingüísticos oprimidos por instituciones e instancias gubernamentales.

Desde la Red de Intérpretes y Promotores Interculturales exigimos se reconozcan, protejan, promuevan y preserven las 16 lenguas indígenas en Oaxaca y las 68 a nivel nacional, tal como lo establece el Artículo 5° de la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas.

 

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